Dios con nosotros... Fuente y soporte de nuestra esperanza - 1ª Parte
Esta tarde, como es habitual en el Centro Suárez en esta época del año litúrgico, hemos iniciado el Ciclo de Adviento con Cristóbal Jiménez Ariza, jesuita teólogo y periodista, al que agradecemos las luces que nos ha brindado para vivir este nuevo tiempo del Espíritu desde la certeza de que "Dios con nosotros… [es] Fuente y soporte de nuestra esperanza" como reza el título del ciclo.
En su intervención ha presentado la esperanza cristiana junto a cuatro compañeras de camino:
- La esperanza y la belleza
- La esperanza y el compromiso
- La esperanza y la paciencia
- La esperanza y el buen humor
Estas cuatro aproximaciones a la esperanza han llevado nuestra mirada hacia una nueva manera de estar en el mundo, desde la oferta de algunas pistas que ubican el corazón en el reto de vivir la esperanza anclada en Dios:
Vivir desde la esperanza, es vivir en la belleza que está hecha con esencia de eternidad, donde esperamos un mundo más bello y bueno que no pasará. La belleza del corazón, que aún en la fragilidad y en el sufrimiento, ama, cree y espera.
Vivir desde la esperanza, es vivir desde el compromiso que se siembra en lo real y no en lo ideal. Dios ve a sus criaturas siempre con esperanza y está comprometido con nuestra humanidad. Insistía Cristóbal en la imagen de un Dios comprometido con la humanidad, ilustrándonos con la contemplación de la Encarnación que describe san Ignacio en los Ejercicios Espirituales y, en concreto, con su reconocida expresión "hagamos redención del género humano" en la que Dios, donándose en Jesucristo, nos dice: "Aquí hay futuro".
El compromiso implica mirar como Dios, con corazón acogedor, viviendo la realidad en actitud de discernimiento y vigilando las actitudes contrarias a la esperanza, como puede ser la distracción de lo esencial, que hunde sus raíces en el ego, y en la actitud permanente de la queja que es territorio de desolación. Nos ha recordado la importancia de estar atentos a la tibieza, una actitud tan contraria a la esperanza que se expresa con la frase: "total, para qué". La esperanza cristiana tiene que ver con la tensión en el ejercicio del descentramiento, para evitar convertir en centro algo que no lo es.
Vivir desde la esperanza, es vivir desde la paciencia que nos invita a mirarnos a nosotros mismos con la misma paciencia y esperanza con la que Dios nos mira. Somos criaturas en construcción, no estamos hechos del todo. La paciencia esperanzada nos invita a confiar que Dios sigue trabajando en nosotros y nos va creando a su modo. Esta forma experiencial de vivir con paciencia choca frontalmente con la cultura de la inmediatez tan de moda en el tiempo presente. La esperanza confía y espera.
Para vivir con esperanza, confiando en Dios, nos puede ayudar el ejemplo de María que, como mujer de esperanza, guardaba en su corazón lo que no terminaba de comprender, con una actitud confiada y paciente: "Tú sabrás Dios mío".
Para finalizar trajo a colación una de las invitaciones más recurrentes del papa Francisco: vivir la esperanza con sentido del humor que es un don del Espíritu que nace de la hondura espiritual y no del chiste fácil. El don del sentido del humor en la persona de esperanza se manifiesta cuando con humor y ternura rompe situaciones dramáticas, generando nuevos escenarios que ayudan a centrarnos en lo esencial.
Al cerrar su intervención alentó a los asistentes con estas palabras: "Podemos vivir con esperanza porque sabemos que todo terminará bien, y nos espera un final bueno que no depende de nosotros, sino de la Promesa de Dios".
Reseña elaborada por Sara de la Rosa
Área de Familia del Centro Suárez