Jornada Mundial de la Juventud: punto de llegada y punto de partida
La Jornada Mundial de la Juventud - JMJ, como la celebrada el pasado mes de agosto en Lisboa (Portugal), convoca a cientos de miles de jóvenes de todo el mundo para testimoniar, junto al sucesor de Pedro, su adhesión a la persona de Jesús y su pertenencia a la Iglesia. No obstante, no son pocas las voces críticas que se levantan para afirmar que de ese ingente esfuerzo sólo quedan unos pocos frutos, de tal manera que estas jornadas se convierten en un "evento" más.
Para ahondar en lo que es la JMJ y en los procesos que a partir de ésta se desencadenan, hemos contado en el Centro Suárez con la presencia de dos participantes de la Jornada celebrada en Lisboa: Ángel Sanz Carrascosa (23 años), estudiante de ingeniería y monitor de jóvenes en la Parroquia de San Pedro Poveda en Jaén y Nilson Jair Castro Laverde, sj (31 años), Miembro de la Red Juvenil Ignaciana de la Provincia de Colombia de la Compañía de Jesús.
Una anotación inicial marcó el curso del encuentro: La JMJ, más que un encuentro de jóvenes, es un encuentro de Iglesia marcado por el clima de la Sinodalidad. Es, en la mayoría de los casos, el final de un proceso en el que los jóvenes van recorriendo el camino de "hacerse" Iglesia y de "autopercibirse" como una Iglesia joven que abre su mirada esperanzada en contraste con la imagen de una Iglesia vieja y cansada. Es también, como señalaba Ángel, una oportunidad para descubrir muchos procesos vitales… "salimos cambiados".
Temas como la sensibilización, el testimonio, el valor intrínseco de la experiencia, la necesidad de trabajar pastoralmente el diálogo intergeneracional y la adecuación del lenguaje ocuparon una parte importante del diálogo.
Y, la pregunta central: ¿Qué sigue? Nilson y Ángel no dudaron en apuntar que el desafío es consolidar en la realidad la Iglesia sinodal que experimentaron en Lisboa rompiendo las ataduras del miedo, ¡hay que dar el paso! Aprender a dialogar con el otro y los otros. No perder de vista que la Iglesia está inserta en el mundo y ha de dialogar con él y, finalmente, vivir la ilusión del encuentro con Jesús que los lanza a la construcción de un mundo mejor.