Retiro de Cuaresma 2024

17.02.2024

El 17 de febrero, con las orientaciones de Diego Molina, sj., tuvimos el Retiro de Cuaresma en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús de Granada. Siguiendo la profecía de Jonás, nos invitó a adentrarnos en nuestro mundo interior para descubrir nuestras máscaras y huidas y, de modo especial, la llamada de Dios a la conversión.

Os dejamos el texto con las orientaciones para quien quiera ayudarse de éste para un momento de oración en este tiempo de gracia.

CUARESMA CON JONÁS

Primera aproximación: La huida exterior

a. El personaje de Jonás...

  • El personaje de Jonás, el hombre que se sustrae a la voluntad de Dios, parecido al hermano mayor de la parábola de Lucas (Lc 15, 25-32).
  • Jonás, paradigma del que no puede aceptar a Dios como Dios es...

b. La "famosa" ballena...

  • Los tres días y tres noches en el vientre del cetáceo es la oportunidad para revertirse Jonás hacia dentro, hasta tocar fondo y confesar que sólo Dios puede salvar.
  • La Cuaresma como el tiempo de ver dónde se encuentra en nuestra existencia la raíz del pecado que nos va haciendo ser lo que no queremos...

c. Los otros...

  • Nuestra salvación está en los otros; la propician los otros (los marineros, la propia ballena, los ninivitas...)
  • Los otros son, en primer lugar, aquellos con los que vivimos...

Segunda aproximación: La huida interior

a. Huida ante cómo es Dios, un Dios misericordioso...

  • Las afirmaciones sobre Dios en el texto: c. 1 Señor, Dios, creador del cielo y la tierra; c. 2 Sólo Dios salva; c. 4 Dios clemente y misericordioso que amenaza con el castigo, pero siempre perdona.
  • El Dios de la misericordia a lo largo de la historia.
  • La misericordia de Dios tiene una serie de características: es creativa, misionera, gratuita, fuerte, paciente y entrañable.
  • Hay un texto fundamental para entender la misericordia de Dios: Lc 15, 11-32.

b. La creación haciendo cuaresma...(oración, ayuno, ceniza...)

Nuestras máscaras y huidas

Punto 1º: El pecado puede llevarnos a encerramos en nosotros mismos: es nuestra imagen rota la que se revuelve y quiere ser castigada. También puede llevamos a abrimos a ese amor que se nos ofrece.

Punto 2º: Jn 8, 1-11: Frente nuestras seguridades, la confianza en el amor de Dios que nos ve mejor de lo que nos vemos nosotros mismos.

Punto 3º: Ver la casa donde he vivido, ver las personas y conversaciones, ver los trabajos que he hecho. No se trata ahora de ver a los otros, sino de verme a mí mismo; de ver mi contribución al pecado de este mundo. Y pensar que Dios sigue estando con los brazos abiertos: Lc 15: el hijo pródigo.

Terminar con un Coloquio de misericordia.

Del discurso del papa en el año 2019

(como texto de apoyo para la reflexión sobre la oración, el ayuno y la limosna)

Por esto, la creación tiene la irrefrenable necesidad de que se manifiesten los hijos de Dios, aquellos que se han convertido en una "nueva creación": «Si alguno está en Cristo, es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado lo nuevo» (2 Co. 5,17). En efecto, manifestándose, también la creación puede "celebrar la Pascua": abrirse a los cielos nuevos y a la tierra nueva (cf. Ap. 21,1). Y el camino hacia la Pascua nos llama precisamente a restaurar nuestro rostro y nuestro corazón de cristianos, mediante el arrepentimiento, la conversión y el perdón, para poder vivir toda la riqueza de la gracia del misterio pascual.

Esta "impaciencia", esta expectación de la creación encontrará cumplimiento cuando se manifiesten los hijos de Dios, es decir cuando los cristianos y todos los hombres emprendan con decisión el "trabajo" que supone la conversión. Toda la creación está llamada a salir, junto con nosotros, «de la esclavitud de la corrupción para entrar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm. 8,21). La Cuaresma es signo sacramental de esta conversión, es una llamada a los cristianos a encarnar más intensa y concretamente el misterio pascual en su vida personal, familiar y social, en particular, mediante el ayuno, la oración y la limosna.

Ayunar, o sea aprender a cambiar nuestra actitud con los demás y con las criaturas: de la tentación de "devorarlo" todo, para saciar nuestra avidez, a la capacidad de sufrir por amor, que puede colmar el vacío de nuestro corazón. Orar para saber renunciar a la idolatría y a la autosuficiencia de nuestro yo, y declaramos necesitados del Señor y de su misericordia. Dar limosna para salir de la necedad de vivir y acumularlo todo para nosotros mismos, creyendo que así nos aseguramos un futuro que no nos pertenece. Y volver a encontrar así la alegría del proyecto que Dios ha puesto en la creación y en nuestro corazón, es decir amarle, amar a nuestros hermanos y al mundo entero, y encontrar en este amor la verdadera felicidad.