Retiro de Pascua 2025

El pasado 17 de mayo, en la capilla que recientemente se ha inaugurado en el Templo del Sagrado Corazón de Jesús, convocados por la Palabra de Dios, reflexionamos sobre este tiempo de gracia: la Pascua. El resucitado ejerce su ministerio de consolar a través de sus apariciones. En esta ocasión hemos orado con los textos de la aparición a los discípulos de Emaús y a los Once en el lago.
Primer momento de oración: ¿No nos ardía el corazón? (Lucas 24, 13–35)
Composición de lugar: El resucitado ha reconciliado al mundo consigo por eso nos proporciona el don de la reconciliación. En Emaús contamos con un relato particularmente bello para abrirnos a ese don.
Petición: Pido al Señor, que trae la consolación, que me ayude a ver mi historia, el dolor que me persigue y el dolor que haya podido causar a otros, con su misma mirada. Le pido que ese dolor sea para mí lugar de reconciliación.
1. "Aquel mismo día iban dos discípulos camino de Emaús..." (v.13).
Estos dos discípulos huyen de Jerusalén –con miedo o frustrados– en un intento de escapar del sufrimiento. Pero el acontecimiento terrible y doloroso de la muerte de Jesús les persigue, no se pueden desentender de él. Les duelen muchas cosas: haber apostado mal en la vida, por un perdedor; haber abandonado un amigo; ver correr por los suelos su prestigio; percatarse de que las autoridades judías no admitirán ningún cambio en la vida de la gente; haber dejado atrás un hilo de esperanza en la vida; percatarse de que la vida de los pobres no tiene futuro; sentir que la historia de Jesús no era de Dios, porque alcanzó la ignominia y no la gloria...
Muchas veces nosotros también tratamos de escapar del dolor sufrido, o del dolor causado. No sabemos a dónde vamos. Y el viaje no surte efecto. Los recuerdos y las pesadillas vuelven una y otra vez, intensos e incontrolados.
Con los discípulos camino de Emaús recuerdo cuáles son esas fuentes de dolor de mi vida, donde resuena el fracaso, la humillación, el límite, el cansancio.
2. "Jesús les alcanzó
y se puso a caminar
con ellos" (v.15).
Jesús se pone al lado, nos muestra el camino del acompañamiento a quien sufre, sin ir por delante. E igualmente nos invita a acompañar, hablar, escuchar la historia e interpelar sólo cuando sea necesario.
Todos necesitamos de un ambiente en el que podamos dejar reposar nuestras heridas, un lugar humano donde podamos hacerlo. Los cristianos hemos sido iniciados en el arte de crear espacios seguros –de densidad comunitaria, de densidad sagrada– donde nuestro propio relato pueda ser narrado y acogido.
Puedo recordar algún momento en que alguien haya sabido estar así conmigo: acompañarme, escucharme, respetarme... y repaso qué sentí, qué sabor me dejó aquello. Y agradezco aquel momento vivido.
3. "Lo de Jesús Nazareno..." (v.19–24).
Dan vueltas una y otra vez sobre un acontecimiento que no encaja. Es más, no lo cuentan bien. Han puesto su esperanza en una expectativa falsa: "nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel". Expectativas que, puesto que no son satisfechas, rompen por dentro e impiden que aflore un nuevo sentido.
Yo también tengo historias personales de dolor que aún son lugar de tropiezo, no lugar de gracia. Se las presento al caminante anónimo para que él me las pueda narrar desde la fe y la esperanza.
Coloquio: Hablo con Jesús, pidiéndole que me enseñe a leer bien mi propia historia, como Él la lee. Pidiéndole la gracia de que me permita ver todo "hecho para bien de los que lo aman" (Romanos 8, 28), para que no caiga en la desesperación, en el odio (hacia mí o hacia los otros) o en el cinismo, para que las heridas sean lugar para la gracia ("sus heridas nos han curado").
Segundo momento de oración: ¡Es el Señor! (Juan 21, 1–14)
Composición de lugar: Imagina a Pedro y al resto de los discípulos en el lago Tiberíades. Ha transcurrido un tiempo desde la muerte de Jesús. En su tarea cotidiana se encuentra nuevamente con Jesús.
Petición: Señor, dame la gracia de reconocer tu presencia viva en las tareas cotidianas.
1. "Voy a pescar... Vamos contigo" (v. 3).
Junto al lago, como tantas veces en su vida, deciden volver a "lo de siempre": pescar. Es la tarea a la que están habituados, que conocen, que saben, a la que han dedicado muchas horas... Fue también el lugar donde tuvieron su primer encuentro con Jesús. Pedro ha tomado la iniciativa y el resto de los discípulos lo acompañan. No está solo, comparte la tarea, las alegrías y las penas, los éxitos y los fracasos... Y, ahí de nuevo, se hace presente el Señor.
Piensa en tu vida y pregúntate: ¿Cuáles son tus lugares cotidianos? ¿Con quiénes los compartes? ¿Qué experiencias te vinculan a ellos?
2. "Es el Señor" (v. 7).
En un principio no reconocen a Jesús. El cansancio, el desaliento, la frustración de toda una noche de trabajo sin resultados ofusca sus miradas, no pueden ver "más allá"; sin embargo, escuchan a aquel hombre que les habla y se fían de él. Juan, el discípulo predilecto de Jesús, que mira con el corazón, reconoce en lo que está aconteciendo al Maestro y no se calla... Lo comunica y el compañero y amigo, que comparte vida con él, reconoce por su palabra a Jesús.
¿Cómo vas descubriendo la presencia del Señor en lo cotidiano de tu vida? ¿Cuáles son sus signos? ¿Qué te impide reconocerlo? ¿Qué o quién te conduce hacia Él?
3. "Venid a almorzar... Toma pan y se lo reparte" (v.12–13).
Han estado faenando. La jornada de trabajo ha sido larga: primero, el cansancio de una tarea que no da fruto, después el esfuerzo para sacar a flote el fruto imprevisto.
Jesús, al terminar, les invita a comer. La comida es lugar de encuentro, de reunión de familia, de acción de gracias y bendición por los dones recibidos y llamados a compartir. No se atreven a formularlo, a expresarlo como lo ha hecho Juan, pero todos lo intuyen, saben de su presencia en medio de ellos y a través de los dones que han recibido.
Haz memoria de todos esos momentos en que te has parado en la vida a celebrar y compartir con otros los signos de la presencia viva de Jesús en la vida, en tu vida.
Coloquio con Jesús de la misma manera en que un amigo habla con otro amigo.
Ayudas para el examen de la oración
- ¿Cómo me ha ido? ¿De qué manera he hecho la oración?
- ¿Cuáles son los sentimientos y mociones más importantes que he tenido en los diversos momentos de la oración?
- ¿Cómo he acogido esas vivencias, cómo he reaccionado?
- ¿Lo que buscaba en esta oración se ha cumplido? (Mira la petición).